ARIOVISTO

Blog que aboga por un urgente Regeneracionismo Intelectual

Coherentes y co-errantes

    La coherencia no es un valor en alza. Antes bien, ser coherente ha pasado a ser un valor como el de la contricción, o el de la atricción o el del propósito de enmienda; el de los ayunos cuaresmales, el de comer berzas y acelgas los viernes y no desayunar si estamos en los cuarenta días de penitencia y reflexión. La coherencia está tan pasada de moda como los pantalones a la altura del tobillo o el cardado, los botines con polainas o el calzoncillo de felpa, el cruzado mágico o el pijama a rayas. La coherencia viene a ser algo así como el agradecimiento, otro valor que ha quedado más obsoleto que la maquinilla de afeitar metálica, o la navaja, o comer huevos pasados por agua con cucharilla, o sopar un plato, o coger del frutero la peor fruta.

    Antes estaba muy a gala decir: «Si no te gusto, no me mires.» Despiadadamente… hoy ¡no te mira nadie!

    Ser coherente es una sensación atapuercana; lejos de ser algo envidiable y digno de ser trasmitido a nuestros vástagos, la coherencia te marca como cerril, cabezón, misántropo, iluminado. Ser coherente tiene un tufillo sulfúrico a cuerno quemado. Más vale no trasmitir a tus sucesores esta viscosa co-«herencia».

    Ahora está en boga la ductilidad, la maleabilidad, lo camaleónico, lo ajustable. Las personas tienden a ser fundas de colchón con cuatro puntos de ajuste – o los que fuere menester -. El coherente es un mojón kilométrico en una carretera sólo transitada por puercoespines, águilas y exhibicionistas proscritos. La sentencia «yo soy así» tiende a la soledad y a la incomprensión. Los mismos amigos que te quieren bien te dicen: ¡Chico, no seas así! Y te lo dicen por tu bien. De veras.

    Por tanto, se concluye que la coherencia es un valor rebelde, libertario, revolucionario, romántico de proa en tempestad, de pistola en sien, de cementerio ajazminado. Ser coherente es, hoy en día, tal como era ser incoherente en tiempos de puños, sellos lacrados y vasallajes. El coherente es una mosca en el merengue, un negro en Alaska, un beduino en San Pedro, una bombilla de 100 w en el fondo de una sima.

    Tal vez lo entienda. Ser coherente es un coñazo aburrido. El jefe del negociado de incoherencias, nuestro malhadado Don Quijote, se despachó una sutil penitencia danzando en pelotas por su Dulcinea en lo alto de una peña, mostrando sus ajadas vergüenzas a ardillitas y petirrojos.

    Pero, por otro lado, ser coherente toca las pelotas, crea envidias, desconcierta a timoratos y, en el fondo, es un dedo acusador al confundido en su entorno.

    Groucho Marx. «Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros.»

    Que se lo digan a los políticos de nuestra diecisiete veces incoherente España. Nadie hubiera dado un duro por el tándem Basagoiti- Pachilópez; nadie pondría la mano en el fuego por la anunciada reconciliación del PP con los anti-constitucionalistas catalanes, prestos abajar del Tibidabo y negociar con mascarilla anti gripe A (anti gripe PP) lo que haga falta con tal de descabalgar del jamelgo a Montilla (representante curioso de la más incoherente charneguía) y toda la recua de inoperantes socialanes que medran rambla arriba, rambla abajo.

    Los suevos, por paranomasia (** los huevos ), somos coherentes mal que nos, les, te, os, pese. Nuestros «principios» son los finales de los aboqueronados camuflantes de la selva gris y metálica de la sociedad; condenarse a quedarse solo, tan sólo supone adelantar unas existencias insignificantes la larga temporada de nicho de media planta que nos espera en los cementerios. Lo bueno de ser coherente es que la soledad es relativa. No necesitas el aplauso, ni la palmada en el hombro, ni el murmullo, ni el reconocimiento, ni el beso falaz, y te previene del quedirán, del manotazo torticero, del cínico y del juglar con cambalache en plazas de segunda. El coherente se suele llevar consigo mismo de puta madre. No suele ocultarse tras la toalla cuando se lava la cara todos los días. Y, si encima conoce a más (o a menos) coherentes con los que se lleva bien, Zeus descorcha una botella de Néctar y hay fiesta en el Olimpo.

    ¿Por qué no? Brindemos por la coherencia.


 

Written by ariovisto

17 noviembre 2009 a 10:33 am

Publicado en 1. Reflexiones

8 respuestas

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  1. Profeeeeeeeeeeee, coherente también es sinónimo de padecer injusticias. Mantienes tus principios -tan respetables como los de los demás- por coherencia, por dignidad y por ética y encima te fríen a injurias y calumnias en cuanto no te dejas pisotear en los sitios donde pensabas que te apreciaban.

    PD: Te he dejado un comentario en mi blog 😉

    BESAZOSSSSSSSSSSSSSSSSSSS.

    Puri

    17 noviembre 2009 at 1:40 pm

  2. Hola Ariovisto,
    Hoy te ha salido un texto muy divertido.
    ¿Así que eres un «cabezón» «revolucionario» «toca pelotas»?
    El caso es que algo de todo eso yo ya intuía. 🙂

    «Nuestros “principios” son los finales de los aboqueronados
    camuflantes de la selva gris y metálica de la sociedad;»

    Dios mío! Me rindo. Demasiado heavy para mi maltrecha cabeza!!

    «El coherente se suele llevar consigo mismo de puta madre». Esta frase está chula. Te pega llevarte contigo mismo así. 🙂

    «Y, si encima conoce a más (o a menos) coherentes con los que se lleva bien, Zeus descorcha una botella de Néctar y hay fiesta en el Olimpo. ¿Por qué no? Brindemos por la coherencia.»

    Deduzco, por tanto, que si vamos a brindar es porque Zeus ha descorchado la botella de Néctar. Me alegro de participar en esta fiesta. Aunque no sea tan coherente como tú. Algo se me pegará. Y yo diría que eso es bueno. 🙂

    Dos besos!!!

    saporima

    17 noviembre 2009 at 3:23 pm

  3. Hello ariosuevo,
    la incoherencia es un gran defecto, un mal síntoma (¿quién se fía de un incoherente?), pero la coherencia no es intrínsecamente buena. Aquí siempre se ponía como ejemplo de coherencia a Julio Anguita ¡a un comunista!
    ¿qué significaba esa coherencia? ¿qué era un asesino, fascista y liberticida convencido y que lo argumentaba bien? ¿Y si hablásemos de un racista coherente, que actúa siempre según su enfermedad moral, sin caer en contradicción?

    Hace unos días Luis del Pino entrevistó a Anguita y entre otras cosas éste opinó que la caída del muro era el síntoma de un fracaso, en concreto por la falta de libertad tras el muro. Hay que tener libertad, vino a decir. ¿Cabe mayor incoherencia que ser comunista y hablar a favor de la necesidad de libertad del ser humano? ¿Es mejor que sea incoherente o que sea coherente con su ideología totalitaria? ¿Es mejor que te diga abiertamente que no tienes derechos y que solo el colectivo (o sea los que mandan) los tienen, o que te engañe hablando de libertad mientras propaga su ideología liberticida? Parecen dos situaciones comparables.

    http://www.esradio.fm/anguita-ve-oscuro-el-11-m-y-apunta-a-implicaciones-de-alta-politica-1276376249/

    dicybug

    17 noviembre 2009 at 11:45 pm

  4. 🙂

    saporima

    18 noviembre 2009 at 9:48 am

  5. La coherencia siempre es un valor, las obras de esa coherencia serán éticamente correctas o no, pero con un coherente nunca te llevarás a engaño.
    Un beso

    Romina

    18 noviembre 2009 at 10:43 am

  6. ¡¡¿¿Romina??!! ¡¡¿De verdad?!!
    🙂 🙂 🙂
    Dos besos!

    saporima

    18 noviembre 2009 at 12:01 pm

  7. Uhm… A veces la coherencia viene acompañada de una serie de fuertes convicciones inamovibles, y ante la evidencia de que esas convicciones estén erradas, uno se mantiene en sus trece sólo por coherencia. Porque cambiar una sola opinión puede requerir cambiar otras muchas, y eso requiere un esfuerzo considerable.

    La coherencia y la flexibilidad no están reñidas. Uno puede incluir en su propio sistema de valores ideas que ha aprendido de otros, y seguir siendo coherente.

    A veces la coherencia es difícil de mantener. Yo antes creía entender como pensaban las personas, pero no me entendía a mi mismo porque encontraba incoherencias. Ahora he aprendido a ser coherente conmigo mismo, y lo que me parece incoherente es el mundo exterior.

    Sea como sea, la coherencia no es garantía de actuar correctamente, aunque al menos sí que es garantía de solidez moral. La gente coherente tiene principios que no está dispuesta a traicionar, y eso hace que, estés o no de acuerdo con ellos, puedas mantener una relación sin miedo. Con la gente incoherente siempre hay que estar ojo avizor, no sea que te den una puñalada trapera por la espalda.

    variablex

    18 noviembre 2009 at 5:58 pm

  8. Aunque no siempre, se puede pensar en la coherencia como síntoma de honestidad, de convencimiento en que se hace lo correcto. Coherencia como sinónimo de consecuente con los propios principios éticos y morales.

    dicybug

    19 noviembre 2009 at 12:48 am


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